Wednesday, February 21, 2007

Hans Díaz López: el mártir de la violencia juvenil


* Hace más de un año, su caso acaparó los titulares de la prensa, cuando fue apuñalado en la puerta de su propia casa por un par de jóvenes, con los cuales había mantenido rencillas al interior de un liceo de Illapel. Hoy, su recuerdo se mantiene como el más fuerte ejemplo de la actual violencia juvenil.

Guillermo Alday Cortés

La violencia juvenil tuvo su representación más brutal el 24 de noviembre del 2005, cuando dos jóvenes acuchillaron a otro en la localidad de Cuz Cuz, ubicada a 10 kilómetros de Illapel, debido a que mantenían rencillas personales en su liceo.

Los agresores, que en la actualidad cumplen condena por homicidio en el centro de detención preventiva de Illapel, no dudaron en golpear a la puerta de la casa de su víctima, Hans Díaz López, de 16 años, y atravesarlo en varias oportunidades –tres estocadas necesariamente mortales, indicó la autopsia del Servicio Médico Legal- con un cuchillo de 31 centímetros.

“Llegaron como a las 10.15 de la noche. Hans estaba haciendo sus tareas de inglés y yo salí a ver quiénes eran. Uno de ellos, me preguntó por mi hijo. Entré de nuevo y le dije a Hans que lo buscaban”, relata el padre Wilson Díaz.

“Siempre lo venían a buscar niños, para invitarlo a jugar a pelota o otra cosa. Uno nunca se imagina que puede pasar algo tan terrible”, reflexiona más de un año después de acontecidos los hechos.

A los escasos segundos, Wilson, un humilde agricultor que vive de trabajos esporádicos, escuchó algo extraño y salió a ver qué pasaba. Sus ojos nunca estuvieron preparados para la escena. Su hijo, completamente desangrado, yacía en el suelo, moribundo. Mientras, una sombra se escabulló en la oscuridad.

“Me cortaron”, alcanzó a decir Hans, quien a pesar de las heridas se mantenía en pie. Luego cayó en los brazos de su papá quien cuenta que “lo llevamos al hospital en el vehículo de un vecino, pero… no alcanzó a llegar”.

UN AÑO DE DOLOR

“Hace un año que Hans partió, pero yo lo veo que si fuese ayer. Entre más tiempo pasa, más lo necesito y lo espero. Lo siento más vivo que nunca, siento su presencia. A sus hermanos les ha costado mucho asumir la pérdida. Desde que él partió las cosas han sido diferentes, nunca más hubo una navidad, o un año nuevo. No hay alegría”.

Rosa López lamenta la muerte de su hijo Hans: “no se merecía lo que sucedió”. Argumenta que él tenía sueños y aspiraciones y que era un joven muy laborioso. “Trabajaba en la feria o limpiando hortalizas en las parcelas de alrededor: se ganaba sus monedas”

“Hans era tranquilo, muy comunicativo con la familia, participaba en todo, no era un niño que le gustara la violencia o pelear”, agrega. Aunque indica que “cuando ya lo sacaban de quicio, él respondía no más, pero a él no le gustaba hacer problemas”.

“Era muy habiloso para bailar cueca. En varias oportunidades, representó a la escuela de Cuz Cuz”, añade.

“No era muy bueno para salir, aunque muy a lo lejos, salía a bailar. Aunque era bien reservado, él me contó que estaba pololeando, pero no alcance a conocer a la polola”.

Hans Díaz López tenía 16 años de edad. Cursaba el tercero medio del Liceo Politécnico, donde seguía la especialidad técnica de Explotación de Minas. “Su sueño era graduarse y salir a trabajar para seguir estudiando”, precisa.

LOS PRIMOS

El joven estudiante identificado con las iniciales F.E.P.C, de 17 años, mantenía problemas personales con Hans, los que se manifestaban en los recreos del Liceo Politécnico de Illapel.
Calificado como un joven normal y tranquilo, nadie logró presagiar que la odiosidad que tenía con Hans, lo impulsaría a idear un crimen.
F.E.P.C, tuvo una pelea con Hans, donde sacó la peor parte, el día miércoles 21 de noviembre del año pasado. El hecho podría haber quedado ahí y no pasar de un desagradable recuerdo para el adolescente. Sin embargo, al día siguiente, se reunió con su primo, otro joven de 17 años de edad, identificado con las iniciales P.A.C.C.
La cita fue en una fuente de soda, donde conversaron sobre lo sucedido. Bebiendo alcohol y motivados por lo que alguien llama orgullo, llegaron a una conclusión: venganza.
Se consiguieron un cuchillo de matarife (de 31 centímetros de largo) y tomaron un colectivo para llegar a Cuz Cuz, donde vivía Hans. Sin dejar nada al azar y sabiendo que si Hans, los reconocía, no saldría de la casa, fue el primo quien golpeó a la puerta. “¿Esta Hans?, dígale si puede venir un rato, por favor”, preguntó.

VIOLENCIA JUVENIL

Hoy, a un año del aso, Rosa López, madre de Hans Días, aún llora a su hijo y busca las explicaciones para el trágico hecho y la violencia que se vive entre la juventud. “La violencia entre los jóvenes tal vez sea falla de los papás, quienes deben enseñar lo bueno y lo malo. También en la televisión, hay mucha violencia, los niños la ven y quieren repetirlo. Pero insisto que todo está en una buena enseñanza en el hogar”

Su reflexión también alcanza al sistema educativo. “Antes, el profesor podía castigar al alumno, quien le tenía respeto, pero ahora ese respeto no existe. No sé por qué se perdió”.

Su esposo Wilson Díaz no encuentra causas para la violencia desatada que se llevó a su hijo. “Yo no sabría explicar por qué hay tanta violencia y por qué los jóvenes actúan tan decididos Han pasado tantos casos, y uno piensa que se podrían arrepentir, pero no lo hacen. Siguen pasando casos graves…”

Para él, la “justicia debería ser más dura con los jóvenes”.


El inspector del liceo Politécnico, Oscar Rivera considera que los grados de violencia están en aumento en toda la sociedad, no sólo en los establecimientos educacionales o en los jóvenes. “Yo creo que aquí hay un problema social. Porque aquí no se trataba de que ellos se cruzaban en el patio y se agarraran a combos inmediatamente. Seguramente, se miraban feo o se decían un par de garabatos, pero muchas veces son situaciones imperceptibles y uno nunca puede pensar que terminara en un crimen”.

Tomás López, director del Liceo Politécnico, aclara que dos de los jóvenes implicados en el caso, no se debe estigmatizar a este establecimiento. “Yo creo que toda la sociedad es responsable de los hechos que ocurren. En el fondo, todos somos responsables”.

En la actualidad, los victimarios de Hans se encuentran cumpliendo condena en el Centro de Detención Preventiva de Illapel. Tras el juicio de discernimiento, que determinó que ambos muchachos de 17 años de edad estaban concientes de lo estaban cometiendo, los integrantes del Tribunal Oral de Ovalle dictó condenas de 10 años para P.A.C.C, como autor material y de 7 años para F.E.P.C, como autor intelectual.